domingo, 18 de septiembre de 2016

Moral y belleza: El espíritu más allá del alma.


Despreciar el arte o la moral es despreciar el espíritu. No es una mera metáfora. La humanidad debe buscarse a sí misma en ellas.


…Memory, mental activity, mind alone, could not hold him; but moral attention and action could hold him completely.

But perhaps "moral” was too narrow a word –for the aesthetic and dramatic were equally involved. (…) The same depth of absorption and attention was to be seen in relation to music and art.

…Deeply attentive to the beauty and soul of the world, rich in all the Kierkegaardian categories –the aesthetic, the moral, the religious, the dramatic.

…In Korsakov’s dementia, or other such catastrophes, however great the organic damage and Humean dissolution, there remains the undiminished possibility of reintegration by art, by communion, by touching the human spirit: and this can be preserved in what seems at first a hopeless state of neurological devastation.
 
Oliver Sacks: The lost Mariner. In The Man Who Mistook his Wife for a Hat, chapter 2.
 
 
La memoria, la actividad mental, la mente sola no podían mantenerle; pero la atención y la acción moral le sostenían completamente.
Aunque quizás "moral" es una palabra demasiado estrecha -porque lo estético y lo dramático estaban igualmente involucrados (...). La misma profundidad de absorción y atención se podían observar en relación con la música y el arte.
...Profundamente atento a la belleza y el alma del mundo, rico en todas las categorías kierkagaardianas -lo estético, lo moral, lo religioso, lo dramático.
En la locura de Korsakov, o en cualquiera de semejantes desgracias, por muy grande que sea el daño orgánico y la disolución humeana, permanece indisoluble la posibilidad de reintegración por medio del arte, de la comunión, tocando el espíritu humano: y esto puede conservarse en lo que a primera vista parece un estado desesperado de devastación neurológica.
 
Oliver Sacks: El marinero perdido. En El hombre que confundió a su mujer con un sombrero, cap. 2.

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