jueves, 19 de diciembre de 2013


La ley del silencio

Ficha Técnica

Título original: On the Waterfront.
Estados Unidos, 1954.
Director: Elia Kazan.
Reparto: Marlon Brando, Eva Marie Saint, Karl Malden, Lee J. Cobb, Rod Steiger, Pat Henning, Leif Erickson, James Westerfield, John Heldabrand, Rudy Bond, Martin Balsam, John Hamilton.
Productora. Columbia Pictures. Productor: Sam Spiegel.

 

EL ARGUMENTO

En los muelles de Nueva York, el jefe del sindicato portuario, Johnny Friendly (Lee J Cobb), controla con métodos mafiosos la contratación de los estibadores; las personas que no transigen con él se ven así condenadas a la miseria. Pese a la ilegalidad de la situación, ésta se mantiene porque entre ellos impera la “ley del silencio”: quienes intentan denunciar la situación se enfrentan a ser asesinados.

El protagonista, Terry Malloy (Marlon Brando), un joven boxeador fracasado, es hermano de Charly Malloy (Charly “el señorito”), la mano derecha de Johnny, situación que le conecta con él como “protegido” para el que trabaja.

Atrapado en su entorno y forma de vida, Terry se deja llevar por la inercia y el conformismo. Su hermano mayor es su única familia y referente, y la obligada fidelidad a él le mantiene atrapado en esa inercia y en una negación de su propia conciencia, no sintiéndose capaz de enfrentarse a juzgar la inmoralidad o debilidad de su propio hermano.

La trama, centrada en la transformación y despertar del protagonista, se desencadena a partir de un acontecimiento: Terry se ve implicado involuntariamente en uno de los crímenes de Johnny, conduciendo a Joey Doyle a lo que será el escenario de su asesinato. Al impacto emocional de su conciencia se suman otros factores: conoce a Edie (hermana de Joey), por quien va a sentir una fuerte atracción. A través de ella recibe el mensaje y la perspectiva  del padre Barrie (Karl Malden) desde otro enfoque distinto al de su panda de mafiosos. Éste trata de animarlo para que acuda a los tribunales y cuente todo lo que sabe. Estos factores emocionales (el complejo de culpa y su amor por Edie) actúan como motores que van despertando su conciencia a la verdad de lo que ocurre y de su propia vida, produciendo en él una revolución moral que crece en tensión e intensidad con los acontecimientos, y que culmina al final de la película en un impactante desenlace.


COMENTARIO
 
La delación

La ley del silencio plantea como tema central el de la delación.
El tema de la delación es uno de los más controvertidos dilemas morales. ¿Se debe delatar una falta si no nos afecta directamente? ¿Dónde está la línea que separa ser honesto y ser chivato? En una situación así varios factores pueden complicar la respuesta: la relación con los culpables o las víctimas, la implicación en la situación… y la naturaleza de la situación misma.

La película maneja y retrata el impacto emocional de las palabras con que se plantea la cuestión: ser cobarde o valiente, leal o chivato. Dos enfoques interesados de un mismo dilema, que sólo puede resolverse analizando lo que esté en juego delatar y las motivaciones de tal delación.

En este caso el tema de la película se decanta de forma muy clara a favor del primer enfoque: se trata de una situación de abuso de poder, crímenes y coacciones que mantienen atenazados a cuantos se ven sometidos a ella, una situación con la que, moralmente, se impone acabar.

Como en todos los dilemas morales, la solución pasa por buscar y eliminar la ambigüedad argumentativa: el juego está en salir de la pregunta, mal formulada como dilema: si la delación es justa o no. La pregunta en sí encierra la trampa: no hay una respuesta única a si se debe o no “delatar” algo; dependerá de la naturaleza (perversa o justa, privada o pública, justificable o no) de lo que se trate de denunciar, y de la intención del que delata (si obra según su conciencia o según sus intereses), así como quizá de las consecuencias que de tal delación sean esperables. La ambigüedad está aquí, pues, en la misma pregunta, que encierra una falacia, porque obliga a una generalización errónea. La libertad de conciencia es, una vez más, la piedra angular que ayuda a enfocar este tipo de conflictos: ¿es libre Terry cuando obedece los deseos e intereses de Johnny o los de su hermano? ¿Qué verdaderos factores deciden su conducta?

El mismo director, Elia Kazan, fue acusado de utilizar el tema de la película para justificar su papel en la época de la llamada “caza de brujas” del senador McArthy. Muchos le acusaron de pretender comparar una banda de hampones con las víctimas de la persecución política que se vivió en esa época. Esa comparación es fruto de la generalización errónea de que hablábamos arriba, por lo que el dilema, más que resolverse, se disuelve al reformular los términos que hacen moral o inmoral una u otra conducta.

La evolución Moral

Bajo el tema patente y explícito de la delación se encierra otro más interesante y veraz: el del despertar de la conciencia moral de su protagonista, que responde a la cuestión de ser fiel a sí mismo. El protagonista, Terry, está atrapado en un contexto social desde el que ha crecido y que ha sido su única herramienta para enfrentarse al mundo. A modo de coraza, Terry se forja una imagen sobre las personas a las que está sometido: un hermano protector al que se siente leal, una fidelidad al poderoso que les da de comer y al que se obliga a sentirse agradecido para no reconocer su sumisión… Todo ello es fruto de su propio contexto.

Su vida se va desvelando en distintas escenas y conversaciones; desde pequeño ha vivido en un entorno agresivo donde se impone la lucha por la supervivencia. Su padre muere asesinado y su hermano mayor queda como su único referente. Éste, Charley, ha ido cayendo por una pendiente de corrupción víctima del mismo contexto, donde el único objetivo visible es sobrevivir del mejor modo posible: al lado de los poderosos.

Todo ser humano posee un umbral de la moral: ese punto donde los valores empiezan a pesar más que los intereses. En el caso de Charley el freno a su corrupción se impone cuando se ve obligado a mandar a la muerte a su propio hermano, al que ha criado.

El crimen en el que Terry se siente implicado involuntariamente le sacude emocionalmente y le obliga a plantearse sus verdaderos valores. Se retrata el despertar de su conciencia, despertar en el que interviene un factor externo: su encuentro con Edie Doyle (Eva Marie Saint). Ella le hace patente un discurso y una mirada vital distintos y opuestos a los únicos de que ha dispuesto hasta entonces.

El tema de la redención moral a través del amor es un clásico de arte, muy usado tanto en el cine como en la literatura (queda reflejado en estado puro en el mito de Don Juan). Hay también guiños a los obstáculos contra el amor verdadero, como en Romeo y Julieta. Pero aquí no hay Montescos ni Capuletos; no se trata de bandas rivales al mismo nivel, sino de una lucha del bien contra el mal, de la honestidad contra la corrupción y el abuso de poder.

Pero no es el mero amor a Edie lo que le transforma. La evolución que vive Terry es más bien un despertar del autoengaño en que está sumido. Edie es sólo una luz, una promesa de otra vida posible, de sus propios deseos, de sus propias tendencias. Su confesión ante las autoridades no es fruto sin más del deseo de Edie (de hecho, cuando va a verla le dice que “no hará” lo que ella quiere), ni tampoco la presión del sacerdote. La sed de venganza que se apodera de él por el asesinato de su hermano (a quien también quiere) es el empuje final, que el sacerdote canaliza hacia esa acción, en lugar del mero asesinato que planea, siguiendo el único código que conoce. Tras confesar la verdad sufre más presión que nunca: sus “amigos” le dan la espalda, le marginan en el  trabajo, la propia Edie le sugiere que huya… Pero Terry descubre su fuerza. Su enfrentamiento a Johnny es revelador: “me he estado traicionando a mí mismo”; ahora puede contestarle: no es él el donnadie de que le acusan.  Solo frente a todos y frente a todo, se da cuenta: Johnny es ahora el pobre hombre; “sin tu revólver y tus matones no eres nada”.

 El papel de la sociedad

La sociedad como elemento protagonista está aquí representada por los estibadores, trabajo en el que se ocupan la mayoría de los habitantes del barrio portuario donde se desarrolla la trama.

Junto con la evolución moral del individuo y los factores que motivan su conducta, es también fundamental analizar los factores que mueven a un colectivo y el modo en que este colectivo influye tanto en la educación como en el desenvolvimiento del individuo.

La ley del silencio no viene impuesta sólo desde arriba, desde el abuso de poder de Johnny Friendly y sus compinches, sino también desde abajo y en paralelo a quienes están sometidos a ella. Los intereses de los beneficiados y el miedo de todos generan ese “valor” nocivo, que impone el adjetivo peyorativo de “chivato” a quien se atreva a cuestionar las normas implícitas establecidas. Miedo, inercia, impotencia y egoísmo, son los primeros cimientos de esa conducta sumisa y cobarde. Los pocos que alguna vez han intentado denunciar han muerto: la situación se asume con fatalismo hasta enquistarse como norma de conducta.

Hacer evolucionar a la sociedad es aún más difícil que al individuo, aunque una vez surge el detonante el enardecimiento se contagia. Aparecen a menudo retratadas miradas pasivas, huidizas o cómplices de los estibadores, haciendo del entorno social con sus impulsos colectivos un protagonista más de la película: el triunfo final se refleja en ese cambio de la sociedad, cuando los estibadores despiertan como despertó Terry (y gracias a él) y se vuelcan en su apoyo, culminando en ese cambio social metafórico que supone la total victoria de Terry, transformado de fracasado en héroe triunfador.

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