sábado, 7 de mayo de 2011

Ortega y Gasset por problemas

ORTEGA Y GASSET POR PROBLEMAS

     Ortega vive en un momento histórico en que Europa ha vivido grandes transformaciones y adelantos tecnológicos, proyectándose al futuro, mientras España está dividida entre los que intentan un espíritu aperturista y los que apenas han despertado de la nostalgia por el pasado y el rechazo a todo lo extranjero, que se vive como invasor. Esta es la realidad que contemplará desde su formación filosófica, y a la que desde la misma intenta dar respuesta. Las tendencias filosóficas que más influyen en su momento son el historicismo de Dilthey y el vitalismo de Bergson; su formación neokantiana le hace profundo conocedor del idealismo como superación del llamado realismo ingenuo, pero en vez de adherirse a él intenta superarlo.

Una vez superado el realismo ingenuo, ¿cómo superar el solipsismo, la desconexión con el mundo a que aboca el idealismo?
El subjetivismo en que cae la filosofía desde la modernidad, teniendo como máxima referencia el Cogito... de Descartes, deja la insatisfacción de no poder confiar plenamente en que el mundo que vivimos sea real. La dicotomía que se plantea es la siguiente: ¿el principio del mundo es la materia -res extensa- que ha de ser conocida o la idea -res cogitans- que concibe ese mundo? ¿Sujeto u objeto? La respuesta de Ortega va a ser: ninguna de las dos. La realidad radical es perspectiva (perspectivismo). ¿Qué significa esto? Influido por las corrientes de filosóficas contemporáneas, supera la concepción sustancialista y estática del ser y concibe la realidad como actividad. La realidad radical es la actividad misma de percibir y de actuar y en el mundo; percibir implica los dos polos: el sujeto que percibe y el objeto que es percibido. No es una "cosa", sino un "hacer", una actividad. Y no se pueden concebir aisladamente sujeto u objeto.

¿En qué medida sirve esto para explicar la realidad española, que tanto le interesa?
     Su cita más célebre: "yo soy yo y mi circunstancia", expresa esa aplicación de la filosofía a la vida misma. La vida es un que-hacer. Cada hombre no puede concebirse como una individualidad cerrada y aislada; somos fruto de un contexto histórico, heredamos unas creencias y una problemática que constituyen el campo de nuestro que-hacer. Esa es nuestra circunstancia y nuestra perspectiva. Dado que no podemos
¿Significa esto que todo es relativo y que, encerrados en nuestra perspectiva, estamos aislados de las de los demás? No. Podemos mirar varios juntos el mismo paisaje; cada uno tiene un punto de vista, pero comprenderemos mejor ese paisaje si nos movemos, si multiplicamos esas perspectivas. Eso es acercarse a otros puntos de vista y otras culturas. Hay que superar el provincianismo, multiplicar nuestros puntos de vista sobre las cosas, y así enriqueceremos nuestra comprensión del mundo, aprehendiendo mejor su tridimensionalidad.

Del perspectivismo al raciovitalismo y el raciohistoricismo.
     Hemos hablado de la circunstancia como el punto de vista desde el que conocemos y nos movemos. Pero esto no puede quedarse simplemente en una noción filosófica abstracta: tiene que servir para explicar al hombre y su vida. La vida es dinámica, es un quehacer constante. En su momento se encontraba con otra dicotomía: la que identificaba al hombre con su razón (racionalismo) y la que lo identificaba con sus instintos (vitalismo). ¿Qué está a la raíz, cuál de las dos define al hombre? Ambas y ninguna aislada. La tendencia  a reducir al hombre a un ser racional, que conoce a través de su razón, la ilustra como la "ironía de Sócrates". Para ilustrar la tendencia que se opone a lo anterior va a elegir un personaje emblemático del acerbo cultural español: el hombre reducido a impulso vital se ilustra con la "ironía de don Juan".
     Superación de la razón pura y de la vida como mera biología: No podemos reducir al hombre a ninguna de las dos. La forma de superar esta dicotomía es entender la razón como una función de la vida. La vida es un que-hacer, y en cuanto tal es problemática: estamos constantemente eligiendo. Hay que entender por razón toda acción intelectual que nos pone en contacto con la realidad. La razón pura es sólo un caso límite de la razón vital. Percibe esencias eternas (al modo platónico), pero no capta la naturaleza temporal y dinámica de la vida. Eliminar la razón como parte definitoria del hombre tampoco es solución; el hombre no es sólo impulso. Somos libres, estamos condenados a elegir constantemente, a tomar decisiones, y en ese ir tomando decisiones vamos elaborando nuestra vida. La vida vida humana es biográfica, no meramente biológica.
    El desenvolvimiento de la historia. El ser humano está definido por el momento histórico que le toca vivir y que configura su circunstancia. La razón no se desenvuelve solo en la vida de cada hombre, sino que se desenvuelve también en la historia. ¿Cómo? Por generaciones. Cada generación implica un modo peculiar de entender la vida, y el modo de entenderla de una generación responde al modo de la generación anterior. Ortega enmarca la duración de las generaciones en 15 años. Para entender este desenvolvimiento histórico distingue entre contemporáneos (personas que viven en el mismo momento histórico) y coetáneos (personas de la misma generación, que comparten por tanto un mismo modo de ver la vida). Ese modo de ver la vida constituye la dimensión social de la misma; pero no toda relación entre hombres se define desde esa dimensión social; por eso  distingue las relaciones sociales de las interindividuales (éstas definidas no por los valores generacionales, sino por el carácter, los lazos afectivos...).

¿Cómo hay, pues, que vivir la vida?: la moral orteguiana
     La vida es actividad, pero no toda actividad es un quehacer responsable. Algunas actividades (comer, respirar, imaginar...) no requieren responsabilidad -en el sentido de responder de ellas-. Ortega va a referirse a las acciones que implican una elección, y por tanto una justificación, una responsabilidad respecto a esa elección.
    Extrayendo todo el potencial filosófico del idioma español, Ortega entiende que para entender la moral no hay que contraponerla a "inmoral", sino a "desmoralizado". No tener moral es no se dueño de la propia vida, no ser responsable de nuestras elecciones. Nos definimos y nos vamos formando por un sistema de creencias; si éstas están activa y responsablemente configuradas, somos morales, somos nosotros mismos. Si no, somos seres pasivos, desmoralizados, sin intensidad: nos dejamos hacer.
     Por eso, en cuanto "ser" es ser activo, es actuar desde uno mismo, entiende que hay grados de ser en el hombre. Se puede ser más o menos íntegro, más o menos hombre o mujer, más o menos coherente o seguro de uno mismo... Quien se deja llevar es menos, en la medida en que es menos auténtico, menos responsable
 de su vida. Quien se deja llevar es más "hombre masa" que hombre auténtico.

¿Cuál es el papel de la filosofía?
     La filosofía es un modo problemático de ver la realidad: es un cuestionarse activamente las propias creencias, un intento activo de aprehender la realidad.
     La filosofía es, pues, una atitud vital. Para explicarlo explica que, en la vida, para actuar y elegir, necesitamos saber "a qué atenernos". Para ello funcionamos con un sistema de creencias. Las creencias con que nos manejamos pueden entrar en contradicción unas con otras. Si nos hacemos conscientes de ello por cualquier circunstancia, entonces tenemos que enfrentarnos a construir de forma activa nuestra concepción del mundo. Vivir implica aprehender el mundo de un determinado modo; filosofar implica aprehenderlo en toda su integridad, intentando hacer coherentes todas nuestras creencias sobre el mismo.
     Para distinguir la filosofía de otras actividades cognitivas la caracteriza diciendo que ha de ser: autónoma (no sujeta a unas tradiciones o revelaciones, a justificaciones fuera de sí misma), universal (tiene que abarcar la totalidad de la realidad, no un aspecto parcial de ésta). Esto implica que sea probada por sí misma y hecha por el hombre, lo que la distingue de la religión (cuya prueba es la revelación) y de la poesía (que es una imagen del mundo que no necesita ser coherente con otras, no responde, pues, de sí misma ni se justifica).

     La filosofía de Ortega trasciende los límites de la circunstancia española y adquiere una relevancia de ámbito mundial, como respuesta a las corrientes filosóficas de su época. Se adelantó a muchos fenómenos de nuestro tiempo, de plena actualidad, como la cultura de masas (cuyo papel describe en La rebelión de las masas). Se convierte así en un precursor de la postmodernidad. Su influencia se percibe de forma más directa en los autores de la llamada Escuela de Madrid.

4 comentarios:

  1. Hola Esther!
    Me cuelo en tu blog para hacerte una preguntilla.Voy a ir al colegio el miércoles a preguntar alguna duda,¿Podríamos ver un par de autores de la segunda mitad?
    Por cierto, hice la gnoseología de Tomás de Aquino y no sólo me ocupo una hoja,¡sino que tuve que seguir por detrás! jajaja ala,por decir que me ocupaba poco

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  2. Por supuesto que podemos. De lo de Tomás... sabía que lo harías.
    Esther.

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  3. Esther, desde el lunes estoy nerviosisisima con mi examen de filosofía. La pregunta cuatro la relacioné con Descartes. Me ocupó una cara entera para mi sorpresa pero lo que hice fue introducir en media cara toda su filosofia para entender (en otra media cara) el problema del hombre en Descartes. Eso está bien?
    AY que nervios!

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  4. Tal y como lo dices me parece muy bien, si está bien estructurado y referido al tema. ¡Mucha suerte, te la mereces!

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