domingo, 17 de abril de 2011

Conferencia de Rafael Reig

CONFERENCIA DE RAFAEL REIG

APRENDER A ESCRIBIR ES APRENDER A LEER.

Rafael Reig, autor consagrado de nuestra literatura actual, da clases de lectura y escritura en el Hotel Kafka. Irreverente y socarrón, disfrazando la timidez con humor y desenfado, tras esas formas livianas se revela un profundo conocedor y gran amante de la literatura. Con la ayuda de mi compañera Aurelia, que apuntó las ideas principales que nos aportó, he elaborado este extracto para quien quiera sacar provecho o recuerdo de ello. Pido disculpas de antemano por el desorden o las lagunas de que pueda adolecer.

Sobre el oficio de escritor

Punto de arranque: ¿cuántos libros hay que vender para comprar unas deportivas?
· Es mejor tener otro trabajo, porque si no se acaba escribiendo sin profundidad, respondiendo rápidamente al encargo...
· Hay que ser muy disciplinado. Se levanta a las 5 de la mañana (para tener todo hecho a la hora del vermut, dice...). Nadie nace con el "genio" puesto, las cosas no se hacen solas. No tener horario ni jefes implica una autodisciplina mucho mayor, porque si no no se trabaja, y sin esfuerzo y disciplina no se hace nada.


¿Qué hay que hacer para escribir y qué es saber leer?

1. Para escribir no hacen falta ideas, sino palabras.
    No hace falta tener imaginación, sino cuñados, comenzó diciendo sobre el tema. Cuñados, o primos, o cualquiera: siempre hay gente que, cuando conoce a un escritor, se pega a él diciendo "pues yo tengo unas ideas para novelas...". Pero las novelas no son las "ideas", sino el modo de contarlas; es tener algo que decir a través de esas "ideas" -las tramas-, o descubrilo al escribir. Se trata más de saber decir lo que uno quiere decir; de descubrir eso que se quiere decir mientras se escribe, en ese proceso de escribirlo, de pasarlo a palabras que comienzan a funcionar y a expresar por sí solas, ayudándonos a descubrir eso que querríamos transmitir con una historia.

2. Hay que leer mucho, porque somos parte de una tradición.
     Para saber escribir lo primero es haber leído mucho, porque todo lo que se escribe no son más que relecturas de lo que se ha dicho antes, revisiones y ensayos de nuevas maneras de decir. Por eso es tan importante conocer a los clásicos: de ellos venimos, y en ellos encontramos de lo que todos queremos oir y hablar.

3. Para crear relieve y profundidad hay que saber buscar dos enfoques. Nuestra vista funciona como en un estereoscopio: combinación de dos imágenes, dos planos, para crear la profundidad. Él prefiere el humor y la compasión.
El humor: el humor es el punto de vista desde fuera. Es una perspectiva externa que nos ayuda a distanciarnos, incluso de nuestra propia realidad y de nuestro propio drama, por eso es bueno reírnos de nosotros mismos, no tomarnos demasiado en serio. Una perspectiva desde fuera; lo ilustra: si por hacer "el moñas" buscando posturas para sentarse se cae, se van a reír.
La compasión: pero si me veis llorando, continúa, se os congela un poco la risa. Pensáis "ha tenido que dolerle, vaya culetazo se ha dado". La compasión es la perspectiva desde dentro. No se trata de ese sentido que solemos darle, de lástima, sino del sentido etimológico de la palabra: padecer con. Entonces nos metemos en el corazón del personaje, aprendemos a ver la vida como la ve él, con sus miedos, sus deseos, sus defectos y virtudes. Aprendemos a sentir con el otro (aprendemos a desarrollar la empatía y la compasión). Pone como ejemplo de autor al que admira a Benito Pérez Galdós; alaba como genios de la literatura a otros, pero los usa como ejemplo de falta de compasión: Flaubert no compadece a Madame Bovary, la juzga; Clarín parece mirar a sus personajes por encima del hombro, se sitúa por encima de ellos. Galdós, en cambio, se mete en su piel (nos mete en su piel) y nos hace sentir con Fortunata.

4. Para escribir hay que inventar tres cosas:
     1º. A sí mismo: para crear al narrador.
      El narrador tiene que tener solidez, personalidad definida. Nos habla desde una determinada perspectiva, desde un escenario que hay que crear. ¿Desde dónde queremos que nos hablen? a todos nos gustaría vernos desde fuera, todo el mundo ha fantaseado sobre su propio entierro: cómo se nos llorará, qué se recordará de nosotros, qué huella hemos dejado.
     2º. La tradición.
      Hay que saber interpretarla de una forma crítica, desde una perspectiva. Ahora, por ejemplo, vemos el Quijote como una novela a caballo entre el realismo y el idealismo: ésa es una visión del 98, pero tiene muchas otras lecturas.
     3º. Al lector.
      Cada escritor nos enseña a leer de una forma determinada. Un lector de Agatha Christie sabe que el principal sospechoso nunca será el culpable; que tiene que fijarse en los detalles: si en algún momento menciona que hay un armario abierto, sabemos que es una pista, que en algún momento nos dará la clave. Un lector de Juan Benet sabe que se va a perder en una nebulosa, que tras cierto tiempo de lectura se tiene que plantear "aquí ha pasado algo: estos dos parece que son hermanos, alguien ha discutido, yo creo que al final ésta se acostaba con su padre..." (quienes le hayan leído, saben a qué nebulosa de tramas se refiere).
      No se escribe para divertirse uno o para sentir uno: el escritor tiene que trabajar para que sienta y se ría el lector. Su trabajo no es disfrutar con lo que hace, sino hacer disfrutar a otros. Cita a Pessoa, a quien alguien le preguntó cuánto tenía que sentir para escribir esos poemas tan bellos: "¿Sentir yo? ¡Que sienta el lector!"

5. Sobre Cervantes.
      Ha ido diciendo que Cervantes parece que escribe muerto, parece un escritor póstumo. Recordando un poco todas las circunstancias trágicas de su vida, nos explica entonces que Cervantes escribe como si ya lo hubiera perdonado todo. Desde esa humildad de quien ha tomado distancia con respecto a la vida sale esa maravillosa obra, porque escribe sin rencor. Todo está perdonado (título de la última novela de Rafael Reig, ganadora del premio Tusquets). Ahora se  estudia El Quijote como una obra a caballo entre el realismo y el idealismo; eso es sólo una posible lectura, la que dieron los autores de la generación del 98 (esto remite a lo que decía sobre inventar la tradición). Se puede leer como una novela de humor, como un retrato social, como una obra a caballo entre la literatura culta y la popular de su época... El buen lector es el que elige, con ojo crítico, la perspectiva desde la que se entrega a un libro.

6. Sobre los clásicos y la tradición.
      Los libros remiten unos a otros. Leer novelas experimentales actuales no tiene sentido si no se sabe de dónde vienen, de dónde se han nutrido y qué están intentando replantear. Hay que conocer a los clásicos para entender las novedades y el origen; no tenemos por qué quedarnos con los sucedáneos si podemos acceder a los originales. Y al final, si nos vamos remontando de unos a otros (Gabriel García Márquez revisa a Faulkner, y éste a su vez...) acabamos en la Biblia... en los libros de siempre. Si se encontraran los dos libros más antiguos de la historia, uno sería copia o versión del primero; y sólo el segundo sería literatura.

7. Sobre los nuevos modelos de escritura.
      Puede que desaparezca la novela -la novela de salón- dijo Mendoza, como desaparecieron otros géneros: los autos sacramentales, la épica... Pero nunca desaparecerá la narración. Porque es la forma en que el ser humano transmite sus experiencias e ilustra los sentimientos que definen a la humanidad: el odio, el amor, los celos, la esperanza, la nostalgia... ¿Podemos comprender un sentimiento sólo remitiéndonos a un diccionario? Necesitamos la narración; es lo que hacemos constantemente, por ejemplo, al chatear por internet: contarnos historias.

A modo de conclusión

     El objetivo principal de estas actividades es el fomento de la lectura entre nuestros alumnos. Ciertamente, siempre les decimos que hay que leer. Pero en nuestra sociedad esto no basta. ¿Sabemos nosotros mismos por qué hay que leer? Aquí hemos recibido algunas respuestas a esta pregunta.
     Hay que leer porque para comprender lo que son los sentimientos no podemos ir al diccionario: hay que contar una narración, donde se perciba, se visualice lo que es el odio, la pasión, el amor... Hay que leer, por ejemplo, a Dostoievski para penetrar el corazón humano. En la vida no experimentaremos todo tipo de sentimientos, pero la literatura nos permite conocerlos y comprenderlos.
     Hay que leer porque pertenecemos a una tradición; y esa tradición es una larga cadena de revisiones y relecturas de los temas que nos planteamos todos, que sacan de nuestra individualidad y nos ayudan a conocernos como humanos y como pertenecientes a la humanidad.  El ser humano es fundamentalmente narrador. Cualquiera de nosotros, cuando nos mandamos correos, cuando chateamos, cuando nos contamos a través de internet nuestras historias y aventuras, nuestras fiestas, nuestros gustos e inquietudes... estamos creando historias. La historia es la narración de todo lo que hemos hecho como humanos, la ciencia se transmite con palabras, la literatura nos narra lo que somos y lo que podemos ser.

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