domingo, 27 de marzo de 2011

Nietzsche, III: creación y destrucción de los valores: nihilismo y arte

NIETZSCHE

EL MOVIMIENTO DE DESTRUCCIÓN DE LOS VALORES:
 EL NIHILISMO

Nihil = nada       NIHILISMO = NADIFICACIÓN

     El Nihilismo es, según Nietzsche, un movimiento histórico occidental: el proceso de nadificación de los valores. El proceso por el que se produce es el siguiente: una institución implanta sus valores en un momento histórico determinado; estos valores pierden su sentido al variar las condiciones históricas, lo que hace que los valores se modifiquenn; entonces hay que destruirlos y crear otros nuevos.
    En un momento así se encuentra nuestra civilización -recordemos que la Filosofía Contemporánea se caracteriza por la crisis de la razón especulativa-. La formulación más destacada de este proceso de destrucción de los valores occidentales es el famoso aforismo nitzscheano:

DIOS HA MUERTO

donde "Dios" significa la "verdad" única, estática, monolítica que ha estado persiguiendo la filosofía y que ha impuesto la religión en nuestra civilización occidental.

     Como destrucción y nadificación de valores, Nietzsche emplea el término "nihilismo" en dos sentidos:
-Negativo: es la esencia de la tradición platónico-cristiana (cómo esta tradición ha “nadificado” el mundo de la vida, las pasiones y la embriaguez creadora). Lo utiliza así para referirse a la nadificación de la vida -único valor radical- que ha llevado a cabo la tradición occidental.

-Positivo: es la necesaria reflexión sobre el mundo, la intención y el proceso de acabar con la historia de la filosofía y la religión, con sus valores. En este sentido, es el proceso necesario de destrucción de esos valores platónico-cristianos. Éste es el sentido que predomina en Nietzsche.

     El proceso de destrucción y creación de valores comprende tres momentos:
a) Destrucción de los valores vigentes: duda y desorientación (nihilismo en sentido negativo).
b) afirmación del propio proceso nihilista: reflexión (nihilismo en sentido positivo).
c) Punto de inflexión hacia una nueva perspectiva: nueva valoración.

     Este recorrido desde la revisión de los viejos valores hasta la creación de otros nuevos es realizado por la Voluntad de Poder, donde "voluntad" refleja la querencia, el deseo, el instinto creador, y "poder" refleja la potencia de infinitas posibilidades, de la creación de múltiples nuevas formas.
     No hay valores superiores a la vida: la vida es el valor (La vida vale más que la verdad). Concienciarse de ello es el primer paso de ese proceso de creación-destrucción. Esa concienciación es lo que se expresa en su “Dios ha muerto”: se trata del Dios monoteísta, el UNO. Al ser uno, negaba la existencia de cualquier otro valor, se erigía como verdad por encima y fundando la vida. No se refiere, pues, a las religiones politeístas, a las que considera superiores porque presentan los dioses como multiplicidad, reflejando la lucha eterna de unos valores contra otros.
     Hay que matar a Dios para adquirir la pluralidad de perspectivas, que es la condición de libertad para el hombre: es necesario para que el hombre cree, pues esto es su esencia, su naturaleza (El arte vale más que la verdad).

EL MOVIMIENTO DE CREACIÓN DE LOS VALORES:
EL ARTE
NUEVA ONTOLOGÍA Y ANTROPOLOGÍA.

     La realidad tiene un carácter dinámico (en constante cambio), también la realidad vital, que a su vez es interpretadora; por ello todo conocimiento es perspectiva. El ser es devenir porque siempre se está haciendo. Esta misma esencia de la realidad -ser devenir- se aplica al hombre, cuya naturaleza es ser creador; el hombre no descubre los valores: los crea, y ese proceso creador, que incluye la necesidad de destruir los valores anteriores, es lo que constituye la verdadera esencia del super-hombre.

Creación de los valores
     El movimiento que se opone al nihilismo y lo complementa es el arte. El arte es poner algo en la posibilidad de ser; se entiende, pues, como creación: creación de nuevas formas (instituciones, valores, modos de interpretar la vida y de vivir...). Funciona como en la naturaleza (physis), que es siempre lo mismo, pero en cada ciclo es algo nuevo lo que viene a la existencia. Igual que la naturaleza va alternando y destruyendo distintas formas de ser (día-noche, primavera-verano-otoño...), el hombre crea valores, siempre del mismo modo pero siempre diferentes valores, según las necesidades históricas. De esta forma, el arte es la actividad metafísica por excelencia, en cuanto que es la actividad creadora de los valores y primeros principios.
    De todo ello se desprende que una comprensión fija de la realidad es imposible, porque la realidad es el devenir y porque el intelecto humano tiene que aplicar sus formas de comprensión. Se establece así una correlación: realidad/vida (la vida vale más que la verdad), ontología/antropología (lo que es "verdadero" es lo que el hombre crea: es el hombre quien crea "verdades" y las destruye; el hombre crea a los dioses, no a la inversa). El hombre posee una pluralidad de impulsos e instintos en constante lucha entre sí. Esta multiplicidad se hace apariencia cuando se fija y niega las demás.
     ¿Cómo hay que entender, pues, el "Ser"? Como un proceso, un proceso infinito, eterno. Su concepto de ser está en íntima relación con el tiempo.
El eterno retorno
     El tiempo es cíclico, igual que en la naturaleza (las estaciones, el ciclo de muerte y nacimiento...). No hay más realidad que ésta, este devenir constante es la eternidad; precisamente por ser eterno es cíclico, todo retorna. Esta naturaleza del tiempo da a cada uno de los momentos de la existencia un valor infinito, por la forzosidad de su repetición eterna.

Nueva idea de verdad
     La cuestión de fondo es si el juicio que nos hacemos sobre las cosas favorece o no a la vida: éste es el único criterio de verdad válido. Se aplica lo mismo a la filosofía que a la ciencia: el ser determinado por la lógica es una apariencia necesaria para el ser vivo. La verdad es sólo la consolidación de una perspectiva; si esa perspectiva favorece la vida -por ejemplo la ciencia, en la medida en que nos permite transformar la realidad- es válida, y sólo en esa medida. Pero en cuanto se erige por encima de otras o pretende ser verdad única, deja de serlo -la ciencia, por ejemplo, no vale más que la poesía-.
     La verdad -o habría que decir las distintas "verdades", que son perspectivas- es creada por la Voluntad de Poder, que es lo que define la naturaleza íntima del hombre. La voluntad de poder es voluntad de creación, de apariencia -en el sentido de hacer que algo se aparezca, no en el sentido en que se opone a realidad-. Poder hace referencia a las potencialidades, a la capacidad de crear formas distintas. Por eso es más fuerte, más metafísico y más profundo que la voluntad de verdad. “El arte vale más que la verdad”,  porque conoce la auténtica realidad del ser: el devenir, y sabe que la razón humana jamás podrá abarcarlo, totalizarlo ni simplificarlo en sus categorías.

La nueva idea de lenguaje:
     El concepto y las categorías petrifican el devenir. Frente a esto, en Nietzsche se exalta el poder de la imaginación metafórica, que es lo que posee el hombre como más propio. En el lenguaje, la metáfora sería la cristalización de una imagen de la realidad (consciente aún de no ser más que imagen, en ello se opone al concepto).
     La metáfora es una verdadera perspectiva, porque con ella se logra una integración de diversidades. Las metáforas no se excluyen unas a otras; son siempre diferentes formas de aprehender la realidad, formas que destacan cada una diferentes aspectos de la realidad y que poseen un nivel de interpretación infinito, siempre abierto. Actúan como una pantalla a través de la cual contemplamos el mundo.
     La preferencia de la metáfora frente al concepto se debe al hecho de que no existe relación de causalidad lógica entre el mundo del objeto y el mundo del sujeto, entre la realidad y nuestro conocimiento. La única relación posible entre mundo y conocimiento es la relación artística: la creación de formas a partir del caos y devenir de la realidad. Es una exaltación del aspecto fundamental del hombre: su creatividad, naturaleza misma de la voluntad de poder.

Los dos polos de la creación artística: lo apolíneo y lo dionisíaco

     Nietzsche desarrolla esta explicación del arte en El nacimiento de la tragedia. En ella se percibe la influencia del espíritu trágico griego (que tanto admira Nietzsche y que le hace despreciar a quien considera su principal enemigo y destructor: Sócrates -o la imagen que Platón nos transmite de él-, porque éste busca la definición, la verdad).
Apolo es dios de la individualidad, mientras que Dionisos  representa el caos, el ser puro, salvaje, sin formar. El arte conjuga esa realidad en sí, salvaje, intacta (lo dionisíaco) y la medida, la forma, la luz, la proporción (Apolo). Lo apolíneo predomina en las artes plásticas, donde las formas, la proporción y la sujeción a lo cultural y visual son más obvias, mientras que lo dionisíaco cobra más relevancia en la música (por eso Nietzsche la valora por encima de las demás artes).

EL SUPERHOMBRE

     Esta nueva ontología nietzscheana, basada en el devenir, el proceso de creación y destrucción y el eterno retorno, son el fundamento de "ética", cuyos parámetros son puramente estéticos y se basan en la defensa de la libertad de esa voluntad de poder. La necesidad de crear y destruir valores y el poder creador del hombre para ello son desarrolladas en la Genealogía de la moral. ¿Qué valores nos quedan, una vez que Dios -lo estático, lo eterno, la verdad monolítica- ha muerto?
      La nueva "moral" nietzscheana se ancla en el concepto de eterno retorno: ese tiempo cíclico, que confiere a cada momento el peso de la eternidad, por la forzosidad de su repetición infinita. Por tanto, hay que amar la vida de forma que quiera volver a vivirla siempre . Este amor eterno a la vida proporciona al hombre el medio de ir superándose continuamente. El hombre sólo es un puente hacia el superhombre. El concepto de superhombre es el eje de su moral, de cómo hay que ser e interpretarse.
     Al proceso mediante el cual el hombre se va superando Nietzsche lo llama “Gran Política”. Sin embargo, no explicita los medios para alcanzar este status. el modelo más claro (una metáfora) es el hombre artista: abarca no sólo lo que entendemos por tal, sino al hombre creador, implicado en su obra, amante de ésta y siempre en constante búsqueda de nuevas formas de creación.
    Ese proceso se expresa mediante tres metamorfosis (3 metáforas): Cómo el espíritu se transforma en camello, el camello en león y el león en niño:
– Camello: los que obedecen ciegamente.
– León: el gran negador, el nihilista .
– Niño: el creador, inocente, amoral, libre de prejuicios.
Características del superhombre:

     Nietzsche rechaza la igualdad, propia de esclavos, cristianos y socialistas, que defienden una "moral de los débiles". También rechaza a los doctos (encerrados en “La Verdad”) que odian al hombre superior porque odian la vida.
     La vida para el superhombre se toma en experimento: no hay más que posibilidades fundamentales para vivir cada día con más fuerza y amor hacia la vida.
    Expresa ese ideal de superhombre con distintas metáforas: el superhombre es el artista (creador, en constante busca de nuevas formas); es un niño (inocente, jugador, creador), un bailarín (arriesgando permanentemente). Se afirma en el devenir de la vida sin crear subterfugios.
     Los criterios de su moral son, pues, fundamentalmente estéticos, formales. Si no fuera así no sería coherente, pues al darle contenido privilegiaría una forma frente a las demás. Esta moral estética y sin valores definidos tiene como raíz única el devenir constante de la creación: la esencia de la nueva moral es la voluntad de poder.

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