jueves, 27 de enero de 2011

ROUSSEAU, III: Ética y religión

ÉTICA

Punto de partida
     El hombre es bueno por naturaleza, la civilización le corrompe. Su ética se basa en su concepción del estado de naturaleza: los sentimientos naturales del hombre son, como hemos visto, el amor a sí mismo (distinto del amor propio) y la piedad.

Crítica a la sociedad
     Las artes y las ciencias han degenerado las costumbres humanas. El egoísmo de la cultura produce impurezas en la razón y la trastorna. La razón con sus artificios se pone al servicio del Estado que genera esclavitud, injusticia y desigualdad.

Propuesta
     Nuestros sentimientos naturales nos llevan a servir al interés común, mientras nuestra razón nos impele al egoísmo. Por consiguiente hay que servir más al sentimiento que a la razón para ser virtuosos.
     Propugna la referencia (no la vuelta, imposible en sí) al estado de naturaleza del hombre para combatir la maldad acumulada por la cultura artificiosa y la desigualdad humana. Para ello hay que desarrollar las fuerzas naturalmente buenas del hombre, expresadas en sus sentimientos puros, con vistas a la formación de un nuevo Estado social.
     Opone pasiones y egoísmo a sentimientos y consenso. El fundamento de toda posición teórica y de toda actitud práctica se encuentra en lo que el corazón admite como evidente cuando es sinceramente consultado. La verdad del propio yo puede encontrarse únicamente en la comunidad.

RELIGIÓN

     Rousseau acepta un sentimiento humano íntimo religioso, pero rechaza las religiones positivas como intermediarios nocivos y contaminantes entre Dios y el hombre.
     La religión natural, como llama a su doctrina, no tiene necesidad de una revelación; si los hombres hubieran oído lo que Dios dice a sus corazones, sólo hubiera habido una religión en el mundo. Si dios se ha revelado especialmente a ciertos hombres, esto sólo puede conocerse por el testimonio humano, que es falible. La religión natural tiene la ventaja de ser revelada directamente a cada individuo.
     En el medio de Rousseau, la razón parecía estar en contra de la religión (sobre esto también mantuvo una polémica con Voltaire). Además la razón es abstrusa y difícil: el buen salvaje no puede entender, por ejemplo, el argumento ontológico. La religión de este salvaje es de una benevolencia natural.

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