jueves, 27 de enero de 2011

Hume, IV: Ética y política. El emotivismo moral

HUME
ÉTICA Y POLÍTICA
ÉTICA

1. CRÍTICA DEL RACIONALISMO MORAL.

1.1. Naturaleza y fundamento de los juicios morales.

     Los filósofos intentan fundamentar la moral, explicar qué es y descubrir su naturaleza. Lo primero que observamos es que tenemos un código moral, por el cual juzgamos las acciones propias e impropias.
Código moral: conjunto de juicios a través de los cuales se expresa la aprobación o reprobación de ciertas conductas y actitudes.
     ¿Cuál es la naturaleza de estos juicios? ¿En qué se fundan? ¿Quién los dicta? La respuesta racionalista es: la razón. Esto supone que la razón puede conocer el supuesto orden natural ético. El racionalismo ético se basaría en lo siguiente:
Distinción orden natural / orden positivo. El primero (equivalente al orden moral) es universal y necesario; tradicionalmente se identificaba con el orden divino. El segundo (derecho positivo) depende de las sociedades y momentos históricos.
La razón es igual para todos. Los autores racionalistas consideran que los preceptos morales son racionales, y por ello universales, objetivos y necesarios. Esto garantiza la objetividad de la moral. Sólo es necesario conocer el orden natural ético para juzgar una conducta como buena o mala.

1.2. Crítica de Hume al racionalismo moral
     Hume acusa de esto a las éticas racionalistas de caer en la falacia naturalista: éstaconsiste en pasar de enunciados de enunciados descriptivos a prescriptivos, del “es” al “debe”, para fundamentar la moral. Se hace cuando se intenta fundamentar la moral en las leyes de la naturaleza (o el universo). Hume denuncia que se pasa de un nivel lógico a otro. Separa el mundo de cuestiones de hecho, que se imponen a la percepción simple como tales, y un mundo de sentimientos morales de aprobación o censura. Hume niega que la moral pueda explicarse por impresiones o reducirse a ellas; no se puede, pues, construir o deducir una moral normativa. Veamos su argumentación.

     La razón no puede ser fundamento de nuestros juicios morales. Hume sigue el siguiente silogismo:
a) La razón no puede determinar ni impedir nuestro comportamiento.
b) Pero los juicios morales determinan nuestro comportamiento.
c) Luego los juicios morales no provienen de la razón.   
     El punto b) es evidente, pero ¿por qué afirma el punto a)? Se deriva de su teoría del conocimiento. Si las cuestiones morales fueran conocimiento tendría que ser: o de relación de ideas o de hechos.
 1. El primero (conocimiento de relación de ideas) no se aplica sin un fin externo a ella (como sucede con las Matemáticas y la mecánica: la primera se aplica a la segunda, pero los fines no están en las matemáticas, sino en el interés humano por transformar la naturaleza). Es obvio, pues, que el conocimiento, por sí mismo, no impulsa a la acción.     
2. Respecto al segundo (conocimiento de hechos), ¿hay impresión del vicio? Vemos un hecho (por ejemplo un asesinato), pero una impresión de vicio acompañando a ese hecho no. Es decir, podemos tener impresión de un hombre acercándose con un cuchillo, de una mujer de espaldas, del cuchillo clavándose... Pero, al igual que ocurría con la causalidad como fuerza oculta con que asociábamos dos fenómenos, en realidad el vicio o la virtud de tales impresiones no son ellas mismas una impresión. Lo más que podemos afirmar es que eso que hemos visto nos ha producido un sentimiento desagradable, de reprobación; pero no que haya una impresión objetiva del vicio mismo.
     Esta reprobación es un hecho, pero del sentimiento, no un juicio de la razón. Está en el sujeto, no en el objeto. Por ello, no podemos hablar de un orden natural, de una objetividad de la moral ni de una razón que conozca ese orden.

2. EL EMOTIVISMO MORAL

     Si los juicios morales no son conocimientos, ¿qué son entonces? Sobre su naturaleza Hume va a responder que son sentimientos.
2.1. Sentimientos o pasiones como fundamento de la moral
     El objeto real de la ética es lo que de hecho es considerado bueno o malo por los hombres, no lo que deba serlo.
    Los sentimientos son las fuerzas que realmente nos determinan a obrar. Se instauran así como fundamento último de la moral.
Del mismo modo que el conocimiento se fundamentaba en las impresiones, el equivalente a las impresiones en la moral son las pasiones: son un hecho dado, un impulso original inexplicable que lo explica todo.
Pero no toda pasión o sentimiento es un sentimiento moral; éste se define como un cierto tipo de sentimiento de aprobación o reprobación que experimentamos respecto de ciertas acciones y maneras de ser de los seres humanos. Lo caracteriza como natural (no lo aprendemos, es espontáneo; así omite el papel de la costumbre en la definición de lo moral) y desinteresado (no obedece a ningún fin fuera de sí; así lo delimita respecto a otros sentimientos, como el egoísmo).

2.2. Papel de la razón en la moral

     Sólo se aplica a los medios. La razón es incapaz de mover la voluntad; nos proporciona estrategias, medios, para alcanzar los fines que dictan las pasiones. “La razón es esclava de las pasiones”.
     Tenemos gustos y sentimiento de cada cosa particular. No hay leyes generales; los gustos y sentimientos lo son de cada uno en particular, luego no se puede demostrar que algo es bueno o malo de una forma racional.
2.3. Características del emotivismo moral

- Es una ética a posteriori. El sentimiento moral sólo se da cuando se da el hecho, y la razón nada puede anteceder como juicio a priori. Similitud con relación causal: expectación del placer o displacer moral.
- Es hedonista. El sentimiento moral es un sentimiento de placer o displacer, desintererados, ante ciertos actos.
- Es intersubjetiva: para salvar el subjetivismo en que queda sumida la ética, explica la coincidencia del sentimiento moral en la mayoría de las personas por medio de la apelación a una naturaleza humana común.

POLÍTICA

     La vida en sociedad se basa en el común acuerdo respecto a las virtudes. La catalogación de las virtudes es de cierto carácter convencional, artificial (no existe una moral objetiva), pero no arbitrario: se fundan en la común naturaleza de nuestros sentimientos, y se establecen para mejor convivencia. A partir de aquí se ordena y estructura la sociedad.
     La naturaleza humana común hace posible la aceptación de la obligación, de la justicia y de otras “normas” morales y sociales. Aunque las obligaciones (como la justicia” son artificiales (pero no arbitrarias), se fundan en el egoísmo propio de cada individuo humano. Promovemos virtudes sin las cuales no alcanzaríamos una seguridad necesaria para convivir.
     Identifica los intereses del individuo con la virtud (por tanto, con las normas sociales). A esta identidad la llama “sentimiento de simpatía”, que fundamenta el altruismo en que se sustenta la convivencia.
Sentimiento de simpatía: cierta inclinación que todos los hombres poseen a participar de las inclinaciones y sentimientos de los otros. Posibilita que los hombres se comuniquen sus sentimientos. Gracias a ella hay una cierta uniformidad en los modos de sentir y pensar de una comunidad determinada.
     La apelación de Hume a la naturaleza humana común, creando así una imagen de la moral como intersubjetiva, se encuentra a la base de la respuesta a un problema que se deriva inevitablemente de su ética y su política: ¿Qué razones se pueden tener para preferir el punto de vista general al particular? Podemos abogar por el interés común y el consenso para defender la necesidad de normas, pero de hecho no existen razones para juzgar como perversa ningún tipo de conducta, ni para condenar que cualquier individuo anteponga sus intereses a los del grupo, si su naturaleza emocional le inclina a ello.

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