domingo, 12 de diciembre de 2010

Descartes II: teoría del conocimiento

EL MÉTODO

(problema: ¿cuál es el camino seguro del saber? En su tiempo se constata el error humano, consecuencia de la Revolución Científica y los contrastes de paradigmas...)

     Desde Aristóteles y hasta Descartes se entendía que existía una diversidad de ciencias según la diversidad de objetos a conocer (entes naturales, números, pautas de acción...). La naturaleza de esos objetos determinaba, por tanto, el método de la ciencia que lo estudia.
     Descartes parte de un nuevo planteamiento: la razón es única e ilumina los objetos sobre los que se dirige (concepto de luz natural de la razón). Nada puede ser conocido antes que el entendimiento, pues de él depende el conocimiento de todas las cosas y no a la inversa. Hay que saber cómo conocemos para aprender a conocer. Puesto que la razón es única, interesa conocer su estructura y funcionamiento para aplicarla correctamente.
Hay que encontrar, pues, el método de la razón, para conocer con certeza en cualquier ámbito y edificar de forma segura cualquier ciencia.

Estudio de las formas de conocimiento
Comienza analizando las formas de conocimiento que existen, y éstas son dos:
* Intuición: luz natural que tiene por objeto las naturalezas simples; proporciona al entendimiento los elementos a partir de los cuales edificar el conocimiento. Descartes la define del siguiente modo: “No es el testimonio fluctuante de los sentidos, o el juicio falaz de una imaginación que compare mal, sino la concepción de una mente pura y atenta tan fácil y distinta, que en absoluto quede duda sobre aquello que entendemos; la concepción que nace de la sola luz de la razón”.
    En el orden, en lo simple, radica el principal secreto del método, el que todo verdadero saber se reduzca en último término a lo simple, cuyo carácter no lo recibe de las cosas mismas sino en cuanto depende de la razón (in ordine cognoscendi). La RAZÓN se expresa plena y adecuadamente como intuición.
     Descartes insiste mucho en la definición de intuición porque en ella va a radicar el secreto de su método. La cuestión es encontrar la fuente de error: la deducción no puede ser, si se ha hecho correctamente sin omitir ningún paso. El error proviene de la experiencia: se admiten experiencias poco comprendidas (sin el rigor de la intuición) o se emiten juicios precipitadamente y sin fundamento.
* Deducción: intuición sucesiva de las naturalezas simples y sus conexiones. “Todas las cosas que pueden caer bajo el conocimiento de los hombres se siguen unas a otras de igual manera”. Aquí radica el hallazgo de una “ciencia admirable”, la “humana sapientia”: a partir de la conexión necesaria de todos los elementos simples en una unidad ordenada.

Naturaleza del método
      La mejor muestra de la razón se encuentra en la certeza de las matemáticas: su objeto no puede negarse por la experiencia, pues es puro y simple, y su proceder consiste en una secuencia sintética que observa y respeta el orden. La aritmética y la geometría representan un papel propedéutico e indicativo de cómo debe proceder el conocimiento.
     Tomando como modelo las matemáticas, Descartes va a distinguir dos sentidos del método: interno y externo.
El externo es el que se deduce de las matemáticas y que sirve de ejemplo.
El método interno: se deduce del anterior, y es el originario modo de proceder de la mente humana, que posibilita y permite, por lo pronto, tal saber matemático -única ciencia, de momento, en que la certeza es segura-; proporciona las reglas de la razón natural; no se trata de la generalización de un determinado saber, sino de una validez impuesta por la unidad de la razón. Así se entiende que nada puede ser conocido antes que el entendimiento, puesto que de él depende el conocimiento de todas las demás cosas, y no a la inversa.
Encontrar ese sentido interno, profundo, del método tiene como finalidad alcanzar la “Mathesis universalis”, la “Scientia universalis“. Mathesis univesalis no significa tanto el conjunto de los saberes matemáticos como un determinado modo de saber: aritmética y geometría se reducen a operar con figuras y cifras. Lo que importa es la certeza y evidencia de este método, que se sigue de la indudable inmediatez y verdad existentes en el orden de las naturalezas simples y sus relaciones.


Pasos del método
En su obra Reglas para la dirección del espíritu Descartes sistematiza del siguiente modo los pasos del saber:
1ª Regla: evidencia. No admitir nada como verdadero si no es evidente. Intuición: clara y simple.
2ª Regla. Análisis. Dividir las dificultades en sus partes más simples.
3ª Regla. Síntesis. Establecer un orden de nuestros pensamientos.
4ª Regla. Comprobación: hacer revisión para estar seguros de no haber omitido nada.

LA DUDA METÓDICA

    Comienza, pues, la aplicación de la primera regla: la búsqueda de la evidencia. Para admitir algo como absolutamente evidente es preciso que sea indubitable: hay que descartar, pues, todo aquello de lo que, del modo que sea, se pueda dudar. Comienza así a analizar todo el conocimiento.
1er paso: los sentidos. Son la fuente de conocimiento más cercana. ¿Es posible dudar de su testimonio? Encuentro que a veces mis sentidos me engañan (e.: cuando meto un palo en el agua lo veo torcido, pero en realidad no lo está). Si mis sentidos me engañan alguna vez, no puedo estar seguro de que no lo hagan siempre. No son, pues, fuente de conocimiento seguro.
2º paso: el mundo exterior. Aun no fiándome del testimonio de mis sentidos, puedo afirmar que hay un mundo exterior a mí que los provoca. ¿Es posible dudar de que exista tal mundo exterior? Observo que, cuando sueño, creo firmemente que lo que estoy viviendo es cierto, pero cuando despierto compruebo que no lo es. ¿No es posible dudar en todo momento de que lo que vivo sea real o esté soñando? La existencia de un mundo real no es, por tanto, un conocimiento indubitable; hay que descartarlo también.


3er paso: las certezas matemáticas. Aun existiendo la posibilidad de que no haya un mundo fuera de mí que me provoque sensaciones, esto no afecta a las verdades matemáticas: exista o no un mundo exterior, dos y dos siguen siendo cuatro, y lo mismo puede decirse de cualquier otra proposición matemática. ¿Es posible dudar de la veracidad de mis deducciones matemáticas? Aquí Descartes va a plantear la hipótesis del genio maligno. ¿Y si existiera un genio maligno que hiciera que mi mente reconociese como evidente lo que no lo es? ¿No podría ser que cuando estoy deduciendo verdades matemáticas estuviese siendo manipulado en mi razonamiento por alguna especie de genio maligno?
   Llegado a este grado de duda, Descartes cree ya imposible encontrar alguna intuición absolutamente indubitable a partir de la cual edificar de forma segura el edificio del conocimiento. Pero entonces (en aquella famosa revelación al calor de una estufa) se produjo en él la intuición sublime que le hizo pasar a la historia:

4. Obtención de la primera certeza: COGITO ERGO SUM. Puede que los contenidos de mi conciencia sean manipulados y resulten falaces, pero de lo que no tengo forma de dudar es de que pienso, por tanto es preciso que exista, pues es imposible que se dé el pensamiento si no hay nadie que piense. He aquí una intuición simple y pura, absolutamente evidente e indubitable en sí misma: pienso, luego existo.
   Si dudo de tal proposición, la confirmo, pues dudar implica existir. La duda puede alcanzar el contenido del pensamiento, pero no el pensamiento mismo. No es un silogismo. Es diferente a cualquier otra actividad (yo camino…).
   Por pensar entiende todos los estados psíquicos: dudar, entender, concebir, afirmar, negar, desear, imaginar, sentir... No hay, pues, que reducirlo, a la actividad del intelecto. De aquí derivará su radical separación cuerpo/alma. El alma o conciencia es la sede de todo contenido mental, incluendo las sensaciones físicas como el hambre, el placer, el dolor... Es, pues, más radical que Platón en su distinción y separación de ambas sustancias.



A partir de ahora el Cogito... cumplirá una doble función:


* En cuanto posee claridad y distinción, se convierte en tipo ejemplar de proposición verdadera, y se convertirá en la piedra angular a partir de la cual edificar su filosofía.
* Tal certeza tiene como consecuencia la radical distinción entre alma y cuerpo, condenando a aquélla al solipsismo y dando lugar al subjetivismo más absoluto, hasta el punto de que la conciencia no puede tener certeza más que de sí misma. Descartes intentará deducir un sistema de conocimiento seguro a partir de aquí, pero este sistema ha sido bastante cuestionado y su verdadera influencia radica en la llegada a este punto.
El tema del conocimiento en Descartes abarca también la deducción de las tres sustancias, el momento "constructivo" de su filosofía.  Pero a su vez la deducción de las sustancias abarca el tema de Dios (sustancia infinita) y el del hombres (res cogitans y res extensa).

No hay comentarios:

Publicar un comentario